domingo, 16 de diciembre de 2007

Yo soy Leonard

Ah, no.

Soy Peter, pero podéis llamarme Peter, Pete o burdégano.

Conocí a Leonard una fría mañana de agosto, en la modesta barbacoa que el bueno de Billy Bob organizó para celebrar la cena del solsticio de Acción de Gracias. Mientras pateaba la ristra de morcillas que minutos antes había preparado, su vivaracha figura se postró frente a mí. En cuestión de segundos comencé a admirar la facilidad, ciertamente inusitada, con la que conjuntaba complementos, incluyendo ese distinguido bigote que tantos problemas le trajo el día de su primera comunión, la media sonrisa y la media corbata. Desde ese momento, todos nuestros esfuerzos se unieron con un único objetivo: aquello que os conté hace un par de semanas, ¿recordáis?

Porque, como bien ha dicho mi compañero de endiablada cabellera castaña, nosotros teníamos un blog. Éramos sus dueños en cada una de las disciplinas que comprendía, todas ellas en castellano antiguo.
Era nuestra pequeña criaturita, el resultado de un cuidado sublime y horas de peluquería. El blog por sinécdoque.

Y pereció. Pero no seré yo el que relate lo que aquí tuvo lugar, la causa de esta alegre tragedia que tan hondo os conmovió.

Corrígeme si no me equivoco, Leonard.

1 comentario:

Leonard dijo...

No te equivocas, y me parece fatal, pero no obstante, el otro día comí patatas onduladas.