miércoles, 6 de febrero de 2008

Arcadas de amor

"Me gusta cuando callas, bizcochito. Entonces miro tu carita de fresa y tu esfínter glaseado y me doy cuenta de lo afortunado que soy. Tus ojitos siguen tan abiertos como el primer día. Sé que a veces me pongo tonto y pongo trocitos de vidrio entre tus cereales para el desayuno, pero tú me lo perdonas todo. Cómo disfruto cuando me dices cositas al oído, aunque no pueda oírlas por ser totalmente sordo. Ahora tengo miedo porque tu hígado de ternera no funciona bien y sé que algún día te morirás y me dejarás solito, y yo lloraré cuando vea tu colección de yemas de huevo a medio batir. No te extrañes si te llamo Xenia, es lo que me pareció ver un día que te dejaste en casa el carnet de conducir ebrio. Cuando pienso en la impresión que se llevó Crixixa al enterarse de lo nuestro no puedo evitar reír a carcajadas hasta que pierdo el conocimiento y me golpeo con el pico de la mesa. Dentro de un año haremos cuatro meses, y me gustaría regalarte algo muy especial. No te diré nada, pero te gustará, mequetrefe. Sé que te gustará, piltrafa. Te conozco, basurita humana. Y sobre todo te quiero, hijo de la gran puta".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo tambien te quiero, cabroncete